2.1 Contexto Internacional
Para entender la relación antártica chileno-británica resulta indispensable describir y analizar el contexto internacional en que ésta se desarrolló. Chile y Gran Bretaña vivían un período de inestabilidad económica y política producto de la acomodación mundial al escenario de la posguerra. Estas acomodaciones implicaban ajustes de la economía interna al nuevo orden económico mundial y en lo político, el alineamiento de las naciones con alguna de las potencias dominantes: Estados Unidos o Unión Soviética.
El término de la Segunda Guerra Mundial trajo como consecuencia un nuevo orden a nivel mundial. Desaparecidas las alianzas estratégicas del tiempo de guerra, las grandes potencias vencedoras –Estados Unidos y Unión Soviética- empezaron a moldear al mundo conforme a sus modelos económicos e ideológicos, generándose un espíritu de desconfianza mutua que se ha denominado Guerra Fría.
Luego de observar el crítico estado de los países europeos a inicios de 1947, Estados Unidos proclamó la Doctrina Truman prometiendo ayuda a las naciones amenazadas por Unión Soviética e implementó el denominado Plan Marshall. El principal gestor de estas iniciativas fue el Secretario de Estado estadounidense George Catlett Marshall quien pensaba que el Viejo Continente había sido tradicionalmente el principal mercado, y sin una Europa próspera, Estados Unidos podría caer en una profunda depresión económica como la que se había sufrido anteriormente en el período de la entreguerra. Junto a ello, a Marshall le interesaba que Europa Occidental no se orientase políticamente hacia posiciones comunistas y que Alemania Occidental, que había sido el eje industrial de Europa, se convirtiera en un freno para la expansión soviética.
El nuevo orden internacional bipolar que se fue estableciendo a partir de la guerra consideraba la creación de organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas (1945); la formación alianzas económico-politicas: Plan Marshall y Comecon; y de índole militares como la OTAN y Pacto de Varsovia. En este contexto internacional, en que las grandes potencias luchaban por consolidar sus esferas de influencia y lograr seguridad acrecentando sus arsenales militares y nucleares, es donde el continente antártico y sus aguas circundantes se volvieron a convertir en foco de interés mundial.
2.2 Apetencias Extranjeras Sobre la Antártica.
El año 1939 marca el inicio de las reclamaciones y pretensiones hacia territorio blanco, dando origen a lo que se conocerá como “carrera antártica”. El primer país en hacer oficial sus pretensiones fue Noruega, notificando de ello -entre otras naciones- al gobierno chileno. Para el presente capítulo se analizan las pretensiones extranjeras hacia el sector del continente antártico que Chile considera como propio, especialmente las estadounidenses, soviéticas, argentinas y británicas.
2.2.1 Estados Unidos
Estados Unidos carecía de títulos históricos al territorio antártico y no había presentado reclamaciones oficiales, absteniéndose de reconocer las reclamaciones que habían hecho los otros países fueran éstas basadas en el descubrimiento, derechos coloniales o continuidades y contigüidad geográfica. Este país enfatizaba –inicialmente- la necesidad de tener ocupación efectiva del territorio aludido, sin siquiera poder cumplir con ese requisitos ellos mismos.
Las primeras expediciones estadounidenses al continente blanco habían sido de carácter privado, las más conocidas fueron las realizadas por el Almirante Richard E. Byrd entre los años 1928 - 1930 y 1933 - 1935. En la década de 1940s., el carácter de las expediciones cambió ya que el financiamiento correrá por parte de gobierno estadounidense.[1] Las principales orientaciones de la política antártica corresponden al Secretario de Estado Dean Acheson.
En esta época se enviaron cuatro expediciones oficiales a la Antártica. La primera fue la High Jump (1946- 1947), que estaba integrada por 4000 hombres y 13 navíos de la Armada y estuvo al mando de Richard H. Cruzen, siendo su verdadero jefe el experimentado Richard E. Byrd; la segunda expedición al mando del Comandante Finne Ronne fue de carácter secreto y su objetivo era establecer una base en Bahía Margarita, Tierra de los Libertadores. Chile al enterarse de esta situación, pidió infructuosamente mandar un observador. La tercera expedición, al mando del comodoro G. L. Ketch, se dirigió a Little America, un territorio considerado históricamente estadounidense a pesar de estar muy cerca de la pretensión australiana; la cuarta expedición fue denominada Operación Windmill. Al agravarse las tensiones a fines de 1947 se dirigieron a la Antártica dos rompehielos estadounidenses y la Fuerza de Tarea 39 al mando del comandante G.L. Ketchum. [2]
La actividad antártica estadounidense hasta ese momento tenía como objetivo conocer más acertadamente los recursos y riquezas que encerraba el continente y fortalecer sus aspiraciones frente a las de otros países europeos o latinoamericanos. En cuanto a su relación con los países antárticos latinoamericanos, ella se basaba en los planteamientos de la Guerra Fría y la necesidad de defender el continente frente a la amenaza comunista. En 1947, USA firmó un Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) obligándose a defender el Hemisferio Occidental –incluido el sector antártico- de intromisiones extra-continentales. Sin embargo, la interpretación estadounidense era territorialmente mucho más restrictiva que la que le otorgaba Chile y eso era reflejo de sus verdaderas aspiraciones antárticas.
Los países latinoamericanos consideran que el continente americano se extendía hasta el Polo Sur y de aquí sus alusiones a la Doctrina Monroe para alejar a Gran Bretaña de las aguas y del sector americano de la Antártica; en cambio, la interpretación estadounidense sostenía que el continente llega sólo hasta la latitud del Cabo de Hornos.[3] Para poder lograr el apoyo latinoamericano a su esquema de Guerra Fría, Estados Unidos reflotó los viejos ideales panamericanistas y de buena vecindad, asegurando que respetaría y haría respetar la integridad territorial de las naciones latinoamericanas. Asimismo, se volvió más sensible a las demandas económicas y financieras de las débiles economías latinoamericanas. Sin embargo, debe señalar que ello no implicaba, en caso alguno, que fuese a despriorizar las demandas económicas de su permanente aliado, Gran Bretaña. [4]
Luego de las expediciones, los personeros norteamericanos enfatizaron el valor científico del territorio antártico. Producto de la tensión que se ha ido creando, Estados Unidos diseñó dos posibles soluciones: la primera hablaba de internacionalizar la Antártica por medio de la creación de un fideicomiso bajo la égida de las Naciones Unidas, pero esa figura jurídica no calzaba con la realidad antártica dada la ausencia de población nativa y por necesitar el consentimiento soviético, cosa muy complicada de obtener. Por ello en 1947, el consejero del Departamento de Estado Samuel Boggs sugirió colocar a la Antártica en una condición donde las tareas científicas operasen sin estar restringidas por problemas de soberanía y en agosto de 1947 propuso a los 7 países reclamantes, una “forma limitada de régimen internacional”
En setiembre de ese año, el Secretario Lovett explicaba que dicha figura jurídica debía salvaguardar “los intereses especiales de algunos países dándoles el control administrativo del fideicomiso”, lo que fue aceptado por Gran Bretaña, pero no por el resto de los países interesados. Más adelante, y al fracasar sus iniciativas, USA declaró que no consideran al continente como un “gran valor estratégico o de otro tipo, pero a pesar de ello se encontraban evaluando la conveniencia de reclamar entre los 80° y 150° W., lo que obviamente suscitaría problemas con nuestro país.[5]
En general, la política antártica estadounidense de este período consta de varios comportamientos diversos que tendían a crear confusión entre los países interesados mientras le permitía ganar tiempo y preparar una mejor estrategia para obtener el control de toda la Antártica.
2.2.2 Unión Soviética
Las relaciones chileno- soviéticas durante los años en estudio no eran de las mejores dado el ambiente mundial de Guerra Fría y la creciente dependencia política y económica chilena.
El interés soviético por involucrarse en el territorio antártico se demuestra en la preparación de su expedición ballenera, en la cual participarían trabajadores noruegos de gran conocimiento en los mares antárticos.
“ Existe una ley noruega que prohibe a sus pescadores de ballenas enrolarse bajo la bandera extranjera, salvo la bandera inglesa, y a esto se debe el que se haya necesitado de una autorización especial del gabinete en pleno, para el contrato con los soviets. Hay actualmente en Noruega pescadores de ballenas sin trabajo, que son los que se alistarán en la presente temporada para Rusia; pero el programa noruego de aumento de su industria ballenera hará que el exceso de pescadores no solo no exista, a fines de 1947, sino que para entonces se producirá escasez de mano de obra en el ramo”. [6]
Las relaciones antárticas entre la Unión Soviética y Noruega eran de larga data. Noruega, país de gran experiencia antártica, había comunicado a la URSS su interés sobre una isla, comunicación que había sido rechazada oficialmente el 27 de enero de 1939, y recientemente había manifestado su interés en alejarse de la órbita soviética y participar en el Pacto Atlántico (OTAN) que estaba formado por Estados Unidos.
“La reclamación fue hecha por el académico Berg, presidente de la Sociedad Geográfica Soviética, y asume mayor significación en vista de la decisión noruega de desafiar a Rusia y participar en el Pacto Atlántico. La radio Moscú, dijo: ‘En 1921 y nuevamente en 1929, Noruega reclamó la Isla Pedro I descubierta por los rusos en 1822’.”[7]
La Unión Soviética no perdió el interés por la Antártica, especialmente por asuntos de índole económica, como era la caza de la ballena. La expedición antártica soviética de 1948 se muestra en la prensa chilena:
“El diario “Izvestia” dijo que la expedición ballenera soviética se encuentra a 42 kilómetros de la Tierra Princesa Heredera Marta en la Antártica.
La Tierra Princesa Marta se encuentra a mitad de camino entre el extremo noroccidental de África y el extremo sur de Sudamérica y a unas 2000 millas de cada punto.
El diario dijo que la expedición se encuentra visitando costas que por primera vez en la historia fueron visitadas y colocadas en el mapa por la expedición rusa de 1820” [8].
Lograr el apoyo de la opinión pública mundial era muy importante para la Unión Soviética ya que era la única forma de no quedar excluida de las potencias que reclamaban áreas del continente antártico. Para ello, la mejor estrategia era utilizar la vía de la investigación científica:
“las investigaciones científicas rusas gozan de prioridad en el descubrimiento e investigación de la Antártica, por consiguiente, nuestra patria tiene incuestionablemente el derecho de participar en las decisiones de aquellas cuestiones relacionadas con la Antártica” [9].
Enfatizando que todo acuerdo antártico que no incluyese a URSS, iba a carecer de valor
“…ciertos estados han intentado recientemente de decidir las cuestiones antárticas sin la participación de Rusia, y que estas tentativas no pueden sino provocar enérgica protesta del público soviético”.[10]
Agregando que:
“Rusia nunca renunció a sus derechos y el Gobierno ruso nunca ha dado derecho a nadie para disponer de territorios descubiertos por marinos rusos. Todos los intentos de resolver el problema sin la participación de los soviets no están justificados[11]”
Durante este período, U.R.S.S no presentó –al igual que Estados Unidos- una reclamación antártica formal, pero si su interés en participar en actividades balleneras, en negociaciones y convenciones sobre esta materia. La respuesta de Chile fue siempre negativa, porque a su entender, las pretensiones soviéticas carecían de fundamento y por lo mismo, eran inadmisible.
Unión Soviética basaba su interés en participar en antecedentes históricos de descubrimientos en el mar de Bellingshausen, que se extiende entre la isla Thurston, frente a la Tierra de Ellsworth, y la Isla Alejandro I, frente al litoral de la península antártica, área situada entre los 80o y los 90o de longitud W. El mar recibió su nombre por Fabian Von Bellingshausen, un oficial de la armada rusa que comandó una expedición al círculo polar antártico entre 1819 y 1821. Von Bellingshausen descubrió la Isla Alejandro I, llamada así en recuerdo del zar de Rusia que ordenó y costeó la expedición. Las islas Alejandro I y Pedro I fueron las dos primeras masas de tierra identificadas dentro del círculo antártico. Sin embargo, la URSS no poseía derechos de contigüidad o de ocupación permanente.
2.2.3 Argentina
Al encontrarse geográficamente unido a Chile de norte a sur por la cordillera de Los Andes, Argentina es el país con quien históricamente se ha tenido mayores dificultades y también mayores posibilidades de solucionar en forma bilateral el tema de la delimitación antártica. Sin embargo, la nación trasandina no ha mantenido una posición clara y definida en cuanto a sus pretensiones antárticas como tampoco respecto a la conveniencia de enfrentar el tema en forma conjunta con el gobierno chileno.
La República Argentina reclamaba un sector antártico comprendido entre los meridianos 25º y 74º de longitud W de Greenwich, al sur de los 60º de latitud y que se extendería hasta el Polo Sur. Basaba sus derechos en su histórica presencia en el observatorio de las Islas Orcadas del Sur que fuera instalado por William S. Bruce y posteriormente les fuera cedido por Inglaterra en 1904. Sin embargo, no será hasta 1940 que, a través de los mapas del Instituto Geográfico Militar Argentino, las autoridades trasandinas expresaron sus intereses antárticos.
Las declaraciones oficiales argentinas más importantes respecto a la Antártica datan de la década de 1940s. La primera, dirigida al embajador británico y realizada el 15 de febrero de 1943, señaló que su territorio antártico se situaba entre los 25º y 68º 34´ de longitud W, lo que en la práctica se entiende desde los 25º a los 74º de longitud oeste, es decir, entre las Islas Sandwich del Sur y el occidente del Cerro Bertrand. El territorio antártico reclamado Argentina se sobrepone en parte al Territorio Antártico Chileno, siendo su delimitación oficial posterior a la de nuestro país.[12]
Chile, conocedor de las dificultades de negociar temas limítrofes con la nación trasandina, trató desde 1906 negociar un límite de común vecindad. Don Federico Puga Borne, Ministro de Relaciones Exteriores chileno presentó al plenipotenciario trasandino una propuesta de un Tratado Complementario de Demarcación de Límites; sin embargo, la iniciativa chilena no llegó a buen término, y tras una serie de consideraciones, se debieron suspender las negociaciones[13].
Más adelante, en 1941 la cancillería argentina aceptó una nueva proposición de Chile para sostener conversaciones “sobre la mejor manera de encontrar en dichas regiones una línea de común vecindad”[14]. Dichas conversaciones, realizadas entre el 14 y 26 de marzo de 1941 no llegaron a buen término. Un tercer intento de esta naturaleza se realizó en marzo de 1948 y dichas conversaciones condujeron a una Declaración Conjunta en que se expresaba el interés muto de suscribir un tratado de demarcación de límites. Sin embargo, nuevamente las negociaciones se interrumpieron sin haber conseguido logros mayores[15].
Cabe señalar que la República Argentina durante gran parte de la década de 1940 fue una nación que, desde el punto de vista anglosajón, no constituía un aliado fiable pues suponía que existía una fuerte simpatía hacia los países del Eje. Por otra parte, la llegada de Juan Domingo Perón a la presidencia por la vía democrática no colaboró a suavizar las relaciones entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Argentina.
2.2.4 Gran Bretaña
Gran Bretaña era considerada hasta antes de la Segunda Guerra Mundial como una de las potencias antárticas de mayor trayectoria a nivel mundial tanto por su propio quehacer antártico como por el realizado por otras naciones integrantes del Imperio.
Sus pretensiones antárticas se fundamentaban en avistamientos geográficos efectuados por sus marinos y expedicionarios y sobre todo, en las declaraciones unilaterales denominadas Patent Letters o Cartas Patentes emitidas en 1908 y 1917. Estas cartas patentes que, a juicio del embajador chileno Manuel Bianchi Gundián, resultaban tardías pues a no mediar esta circunstancia habrían reservado sus derechos habían sido emitidas como respuesta al quehacer antártico chileno de inicio de siglo pasado. [16]
Luego de la Segunda Guerra Mundial y dada la gran escasez de alimentos, Gran Bretaña retomó su actividad ballenera en aguas antárticas. Como reconocían el Departamento Diplomático de la Cancillería chilena.
…“ La escasez de aceites y de materias grasas se mantendrá hasta que el Lejano Oriente sea liberado y su producción restablecida. Se están organizando expediciones especiales de pesca de ballenas en el Antártico, durante el invierno próximo”[17].
El embajador chileno en Londres avisaba que:
“…Gran Bretaña y Noruega preparan en conjunto expedición de caza de ballenas a la Antártica, en vista de escasez de aceites y grasas.- Bianchi.-“[18].
La necesidad por alimentos a nivel mundial y las consiguientes expediciones balleneras europeas, estadounidenses y japonesas casi acaban con el recurso ballenero por lo que se hizo necesario convocar a una conferencia, la que se realizó en Washington en 1946 y a la que asistieron, entre otros países, Gran Bretaña y Chile.
Debido a que en el año 1947 el Presidente de la República Gabriel González Videla visitó por primera vez la Antártica, se produjeron diversas reacciones que agravaron las tensiones ya existentes. La inauguración de nuestra segunda base permanente y las declaraciones del mandatario hicieron que Gran Bretaña enviase el crucero ”Nigeria“, de ocho mil toneladas, como resguardo de sus pretensiones.
A partir de ese año comenzó un intercambio de correspondencia entre las cancillerías de Chile y Gran Bretaña sobre el tema antártico[19] lo que llevó al gobierno británico a proponer que se llevará el caso a la Corte de La Haya. Sin embargo, Chile contestó que el sector “donde limitan los meridianos 53° y 90° Oeste son tan chilenos como la porción americana de nuestro país y que no ve razones para someter a juicio de terceros la soberanía nacional[20]”. Más adelante, Londres propondrá infructuosamente arrendarle a Chile una base en Isla Greenwich.
Gran Bretaña trató que Estados Unidos se involucrara en la disputa antártica y adhiriera al Convenio Tripartito por el cual Arentina, Chile, Gran Bretaña y Estados Unidos se comprometían a no enviar naves de guerra al sur del paralelo 60º.
2.2.5 Chile
Chile estaba influenciado por el clima que se vivía a nivel mundial. Se entendía como objetivo de nuestra política exterior el mantenimiento de la paz internacional lo que se lograría fortaleciendo las Naciones Unidas, las relaciones con los estados democráticos y la coordinación económica entre ellos. Dadas las alteraciones en los flujos comerciales durante la postguerra, se enfatizaba reforzar las relaciones comerciales con las naciones americanas. Asimismo, en 1947 se suscribió el TIAR, tratado que pretendía además ”vincular a los pueblos por medios expeditos: acercándolos espiritualmente y proporcionándoles un nexo más constante en el orden económico”[21] Conforme al mensaje presidencial, Chile se guió por el principio de solidaridad de los pueblos americanos, teniendo en cuenta la interdependencia de los mismos, poniendo énfasis en la cultura, la economía, la ciencia y el trabajo de cada país al servicio de la paz mundial y del ejercicio democrático de los gobiernos[22].
Durante la administración de don Gabriel González Videla (1946-1952), la actuación chilena en los organismos internacionales se caracterizó por su sensatez y sentido del derecho. Así por ejemplo en la Tercera Asamblea General de la ONU celebrada en París (1947), Chile se integró como miembro del Consejo Económico y Social, participando en la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención sobre el Genocidio” [23]. Pasó a formar parte del Consejo de Seguridad, organismo más importante dentro de ONU; y logró que se acogiese la iniciativa chilena para la creación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) cuya sede se localizó en Santiago[24].
El gobierno de González Videla tomó diferentes iniciativas respecto al territorio antártico chileno. Entre ellas destaca su viaje a la Antártica, convirtiéndose en el primer presidente que la visitaba. En su discurso presidencial de 1948 señalaba
“Debo destacar la actuación eficiente que ha correspondido al personal de las tres instituciones armadas en la preparación y realización de la expedición antártica, que tuve el honor de presidir, como igualmente al personal que permanece en dicho lejano territorio, velando por nuestra soberanía en la región más austral de Chile y cumpliendo allí una labor abnegada, sin omitir sacrificios de ninguna especie “[25]
La visita presidencial y la inauguración de la segunda base permanente chilena encendió los ánimos de los países reclamantes. Refiriéndose a Gran Bretaña, el mandatario señaló
“En el mes de febrero, mientras practicaba una visita a las zonas más australes del país se pretendió desconocer la soberanía antártica de Chile, razón por la cual juzgué conveniente reafirmar solemnemente con mi presencia los actos de Gobierno ahí ejercitados y los inalienables derechos de la Patria a la integridad de su territorio.
En el plano internacional, los derechos antárticos de Chile continúan recibiendo preferente atención del Gobierno”.[26]
Juntamente con la acción presidencial, se acordó presentar una protesta diplomática ante el embajador de Gran Bretaña por los actos de ocupación que ese país estaba ejecutando en el Territorio Chileno Antártico. Hacia fines de 1947, Londres tuvo la intención que llevar sus pretensiones a la Corte Internacional de Justicia, iniciativa que Chile rechazó pues lesionaría los títulos jurídicos y políticos que poseía sobre dicho territorio[27].
Otro hecho importante de su gestión fue la Declaración de Santiago sobre las 200 millas marinas realizada el 23 de junio de 1947, y cuyo propósito era preservar las riquezas de la costa chilena. Declaración que se ratificó – a nivel internacional- en 1952 al adherirse Ecuador y Perú [28].
En síntesis, se puede señalar que el accionar chileno respecto a la defensa de sus derechos antárticos fue intenso –a pesar de sus limitaciones- desde fines de 1946. La existencia de crecientes y poderosos intereses por parte de Gran Bretaña, Estados Unidos y Argentina limitó el accionar chileno que debió, en cierta forma, adaptarse a los vaivenes de la Guerra Fría.
Las relaciones chileno- soviéticas durante los años en estudio no eran de las mejores dado el ambiente mundial de Guerra Fría y la creciente dependencia política y económica chilena.
El interés soviético por involucrarse en el territorio antártico se demuestra en la preparación de su expedición ballenera, en la cual participarían trabajadores noruegos de gran conocimiento en los mares antárticos.
“ Existe una ley noruega que prohibe a sus pescadores de ballenas enrolarse bajo la bandera extranjera, salvo la bandera inglesa, y a esto se debe el que se haya necesitado de una autorización especial del gabinete en pleno, para el contrato con los soviets. Hay actualmente en Noruega pescadores de ballenas sin trabajo, que son los que se alistarán en la presente temporada para Rusia; pero el programa noruego de aumento de su industria ballenera hará que el exceso de pescadores no solo no exista, a fines de 1947, sino que para entonces se producirá escasez de mano de obra en el ramo”. [6]
Las relaciones antárticas entre la Unión Soviética y Noruega eran de larga data. Noruega, país de gran experiencia antártica, había comunicado a la URSS su interés sobre una isla, comunicación que había sido rechazada oficialmente el 27 de enero de 1939, y recientemente había manifestado su interés en alejarse de la órbita soviética y participar en el Pacto Atlántico (OTAN) que estaba formado por Estados Unidos.
“La reclamación fue hecha por el académico Berg, presidente de la Sociedad Geográfica Soviética, y asume mayor significación en vista de la decisión noruega de desafiar a Rusia y participar en el Pacto Atlántico. La radio Moscú, dijo: ‘En 1921 y nuevamente en 1929, Noruega reclamó la Isla Pedro I descubierta por los rusos en 1822’.”[7]
La Unión Soviética no perdió el interés por la Antártica, especialmente por asuntos de índole económica, como era la caza de la ballena. La expedición antártica soviética de 1948 se muestra en la prensa chilena:
“El diario “Izvestia” dijo que la expedición ballenera soviética se encuentra a 42 kilómetros de la Tierra Princesa Heredera Marta en la Antártica.
La Tierra Princesa Marta se encuentra a mitad de camino entre el extremo noroccidental de África y el extremo sur de Sudamérica y a unas 2000 millas de cada punto.
El diario dijo que la expedición se encuentra visitando costas que por primera vez en la historia fueron visitadas y colocadas en el mapa por la expedición rusa de 1820” [8].
Lograr el apoyo de la opinión pública mundial era muy importante para la Unión Soviética ya que era la única forma de no quedar excluida de las potencias que reclamaban áreas del continente antártico. Para ello, la mejor estrategia era utilizar la vía de la investigación científica:
“las investigaciones científicas rusas gozan de prioridad en el descubrimiento e investigación de la Antártica, por consiguiente, nuestra patria tiene incuestionablemente el derecho de participar en las decisiones de aquellas cuestiones relacionadas con la Antártica” [9].
Enfatizando que todo acuerdo antártico que no incluyese a URSS, iba a carecer de valor
“…ciertos estados han intentado recientemente de decidir las cuestiones antárticas sin la participación de Rusia, y que estas tentativas no pueden sino provocar enérgica protesta del público soviético”.[10]
Agregando que:
“Rusia nunca renunció a sus derechos y el Gobierno ruso nunca ha dado derecho a nadie para disponer de territorios descubiertos por marinos rusos. Todos los intentos de resolver el problema sin la participación de los soviets no están justificados[11]”
Durante este período, U.R.S.S no presentó –al igual que Estados Unidos- una reclamación antártica formal, pero si su interés en participar en actividades balleneras, en negociaciones y convenciones sobre esta materia. La respuesta de Chile fue siempre negativa, porque a su entender, las pretensiones soviéticas carecían de fundamento y por lo mismo, eran inadmisible.
Unión Soviética basaba su interés en participar en antecedentes históricos de descubrimientos en el mar de Bellingshausen, que se extiende entre la isla Thurston, frente a la Tierra de Ellsworth, y la Isla Alejandro I, frente al litoral de la península antártica, área situada entre los 80o y los 90o de longitud W. El mar recibió su nombre por Fabian Von Bellingshausen, un oficial de la armada rusa que comandó una expedición al círculo polar antártico entre 1819 y 1821. Von Bellingshausen descubrió la Isla Alejandro I, llamada así en recuerdo del zar de Rusia que ordenó y costeó la expedición. Las islas Alejandro I y Pedro I fueron las dos primeras masas de tierra identificadas dentro del círculo antártico. Sin embargo, la URSS no poseía derechos de contigüidad o de ocupación permanente.
2.2.3 Argentina
Al encontrarse geográficamente unido a Chile de norte a sur por la cordillera de Los Andes, Argentina es el país con quien históricamente se ha tenido mayores dificultades y también mayores posibilidades de solucionar en forma bilateral el tema de la delimitación antártica. Sin embargo, la nación trasandina no ha mantenido una posición clara y definida en cuanto a sus pretensiones antárticas como tampoco respecto a la conveniencia de enfrentar el tema en forma conjunta con el gobierno chileno.
La República Argentina reclamaba un sector antártico comprendido entre los meridianos 25º y 74º de longitud W de Greenwich, al sur de los 60º de latitud y que se extendería hasta el Polo Sur. Basaba sus derechos en su histórica presencia en el observatorio de las Islas Orcadas del Sur que fuera instalado por William S. Bruce y posteriormente les fuera cedido por Inglaterra en 1904. Sin embargo, no será hasta 1940 que, a través de los mapas del Instituto Geográfico Militar Argentino, las autoridades trasandinas expresaron sus intereses antárticos.
Las declaraciones oficiales argentinas más importantes respecto a la Antártica datan de la década de 1940s. La primera, dirigida al embajador británico y realizada el 15 de febrero de 1943, señaló que su territorio antártico se situaba entre los 25º y 68º 34´ de longitud W, lo que en la práctica se entiende desde los 25º a los 74º de longitud oeste, es decir, entre las Islas Sandwich del Sur y el occidente del Cerro Bertrand. El territorio antártico reclamado Argentina se sobrepone en parte al Territorio Antártico Chileno, siendo su delimitación oficial posterior a la de nuestro país.[12]
Chile, conocedor de las dificultades de negociar temas limítrofes con la nación trasandina, trató desde 1906 negociar un límite de común vecindad. Don Federico Puga Borne, Ministro de Relaciones Exteriores chileno presentó al plenipotenciario trasandino una propuesta de un Tratado Complementario de Demarcación de Límites; sin embargo, la iniciativa chilena no llegó a buen término, y tras una serie de consideraciones, se debieron suspender las negociaciones[13].
Más adelante, en 1941 la cancillería argentina aceptó una nueva proposición de Chile para sostener conversaciones “sobre la mejor manera de encontrar en dichas regiones una línea de común vecindad”[14]. Dichas conversaciones, realizadas entre el 14 y 26 de marzo de 1941 no llegaron a buen término. Un tercer intento de esta naturaleza se realizó en marzo de 1948 y dichas conversaciones condujeron a una Declaración Conjunta en que se expresaba el interés muto de suscribir un tratado de demarcación de límites. Sin embargo, nuevamente las negociaciones se interrumpieron sin haber conseguido logros mayores[15].
Cabe señalar que la República Argentina durante gran parte de la década de 1940 fue una nación que, desde el punto de vista anglosajón, no constituía un aliado fiable pues suponía que existía una fuerte simpatía hacia los países del Eje. Por otra parte, la llegada de Juan Domingo Perón a la presidencia por la vía democrática no colaboró a suavizar las relaciones entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Argentina.
2.2.4 Gran Bretaña
Gran Bretaña era considerada hasta antes de la Segunda Guerra Mundial como una de las potencias antárticas de mayor trayectoria a nivel mundial tanto por su propio quehacer antártico como por el realizado por otras naciones integrantes del Imperio.
Sus pretensiones antárticas se fundamentaban en avistamientos geográficos efectuados por sus marinos y expedicionarios y sobre todo, en las declaraciones unilaterales denominadas Patent Letters o Cartas Patentes emitidas en 1908 y 1917. Estas cartas patentes que, a juicio del embajador chileno Manuel Bianchi Gundián, resultaban tardías pues a no mediar esta circunstancia habrían reservado sus derechos habían sido emitidas como respuesta al quehacer antártico chileno de inicio de siglo pasado. [16]
Luego de la Segunda Guerra Mundial y dada la gran escasez de alimentos, Gran Bretaña retomó su actividad ballenera en aguas antárticas. Como reconocían el Departamento Diplomático de la Cancillería chilena.
…“ La escasez de aceites y de materias grasas se mantendrá hasta que el Lejano Oriente sea liberado y su producción restablecida. Se están organizando expediciones especiales de pesca de ballenas en el Antártico, durante el invierno próximo”[17].
El embajador chileno en Londres avisaba que:
“…Gran Bretaña y Noruega preparan en conjunto expedición de caza de ballenas a la Antártica, en vista de escasez de aceites y grasas.- Bianchi.-“[18].
La necesidad por alimentos a nivel mundial y las consiguientes expediciones balleneras europeas, estadounidenses y japonesas casi acaban con el recurso ballenero por lo que se hizo necesario convocar a una conferencia, la que se realizó en Washington en 1946 y a la que asistieron, entre otros países, Gran Bretaña y Chile.
Debido a que en el año 1947 el Presidente de la República Gabriel González Videla visitó por primera vez la Antártica, se produjeron diversas reacciones que agravaron las tensiones ya existentes. La inauguración de nuestra segunda base permanente y las declaraciones del mandatario hicieron que Gran Bretaña enviase el crucero ”Nigeria“, de ocho mil toneladas, como resguardo de sus pretensiones.
A partir de ese año comenzó un intercambio de correspondencia entre las cancillerías de Chile y Gran Bretaña sobre el tema antártico[19] lo que llevó al gobierno británico a proponer que se llevará el caso a la Corte de La Haya. Sin embargo, Chile contestó que el sector “donde limitan los meridianos 53° y 90° Oeste son tan chilenos como la porción americana de nuestro país y que no ve razones para someter a juicio de terceros la soberanía nacional[20]”. Más adelante, Londres propondrá infructuosamente arrendarle a Chile una base en Isla Greenwich.
Gran Bretaña trató que Estados Unidos se involucrara en la disputa antártica y adhiriera al Convenio Tripartito por el cual Arentina, Chile, Gran Bretaña y Estados Unidos se comprometían a no enviar naves de guerra al sur del paralelo 60º.
2.2.5 Chile
Chile estaba influenciado por el clima que se vivía a nivel mundial. Se entendía como objetivo de nuestra política exterior el mantenimiento de la paz internacional lo que se lograría fortaleciendo las Naciones Unidas, las relaciones con los estados democráticos y la coordinación económica entre ellos. Dadas las alteraciones en los flujos comerciales durante la postguerra, se enfatizaba reforzar las relaciones comerciales con las naciones americanas. Asimismo, en 1947 se suscribió el TIAR, tratado que pretendía además ”vincular a los pueblos por medios expeditos: acercándolos espiritualmente y proporcionándoles un nexo más constante en el orden económico”[21] Conforme al mensaje presidencial, Chile se guió por el principio de solidaridad de los pueblos americanos, teniendo en cuenta la interdependencia de los mismos, poniendo énfasis en la cultura, la economía, la ciencia y el trabajo de cada país al servicio de la paz mundial y del ejercicio democrático de los gobiernos[22].
Durante la administración de don Gabriel González Videla (1946-1952), la actuación chilena en los organismos internacionales se caracterizó por su sensatez y sentido del derecho. Así por ejemplo en la Tercera Asamblea General de la ONU celebrada en París (1947), Chile se integró como miembro del Consejo Económico y Social, participando en la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención sobre el Genocidio” [23]. Pasó a formar parte del Consejo de Seguridad, organismo más importante dentro de ONU; y logró que se acogiese la iniciativa chilena para la creación de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) cuya sede se localizó en Santiago[24].
El gobierno de González Videla tomó diferentes iniciativas respecto al territorio antártico chileno. Entre ellas destaca su viaje a la Antártica, convirtiéndose en el primer presidente que la visitaba. En su discurso presidencial de 1948 señalaba
“Debo destacar la actuación eficiente que ha correspondido al personal de las tres instituciones armadas en la preparación y realización de la expedición antártica, que tuve el honor de presidir, como igualmente al personal que permanece en dicho lejano territorio, velando por nuestra soberanía en la región más austral de Chile y cumpliendo allí una labor abnegada, sin omitir sacrificios de ninguna especie “[25]
La visita presidencial y la inauguración de la segunda base permanente chilena encendió los ánimos de los países reclamantes. Refiriéndose a Gran Bretaña, el mandatario señaló
“En el mes de febrero, mientras practicaba una visita a las zonas más australes del país se pretendió desconocer la soberanía antártica de Chile, razón por la cual juzgué conveniente reafirmar solemnemente con mi presencia los actos de Gobierno ahí ejercitados y los inalienables derechos de la Patria a la integridad de su territorio.
En el plano internacional, los derechos antárticos de Chile continúan recibiendo preferente atención del Gobierno”.[26]
Juntamente con la acción presidencial, se acordó presentar una protesta diplomática ante el embajador de Gran Bretaña por los actos de ocupación que ese país estaba ejecutando en el Territorio Chileno Antártico. Hacia fines de 1947, Londres tuvo la intención que llevar sus pretensiones a la Corte Internacional de Justicia, iniciativa que Chile rechazó pues lesionaría los títulos jurídicos y políticos que poseía sobre dicho territorio[27].
Otro hecho importante de su gestión fue la Declaración de Santiago sobre las 200 millas marinas realizada el 23 de junio de 1947, y cuyo propósito era preservar las riquezas de la costa chilena. Declaración que se ratificó – a nivel internacional- en 1952 al adherirse Ecuador y Perú [28].
En síntesis, se puede señalar que el accionar chileno respecto a la defensa de sus derechos antárticos fue intenso –a pesar de sus limitaciones- desde fines de 1946. La existencia de crecientes y poderosos intereses por parte de Gran Bretaña, Estados Unidos y Argentina limitó el accionar chileno que debió, en cierta forma, adaptarse a los vaivenes de la Guerra Fría.
Citas:
[1] Bernardita. Blasco “La Visión Jurídica de Estados Unidos frente a las Reivindicaciones Territoriales en la Antártica,” Estudios Norteamericanos 3 n2 (2003): 33
[2] Blasco: 35.
[3] Consuelo León, “De la Negligencia a la Conmiseración: Algunos Aspectos de la Política Estadounidense hacia los Países del Cono Sur y la Antártica en 1946” Estudios Norteamericano 2 n4 (2001): 114.
[4] León (2001): 117.
[5] Bernardita Blasco, “La Visión Jurídica de Estados Unidos Frente a las Reivindicaciones Territoriales en la Antártica” Estudios Norteamericanos 3 n2 (2003): 39.
[6] Bianchi (Londres) al Canciller (Santiago), 2 diciembre 1946. Oficio Confidencial, Nº 2414/39, MB/PWM. Embajada de Chile en Gran Bretaña, N° 2450. 1946.
[7] Consuelo León y Mauricio Jara, (ed). Antártica Testimonios Periodísticos 1947- 1957. (Valparaíso: Editorial Puntángeles, 2003): 149- 150
[8] León (2003): 130
[9] León (2003): 141
[10] León (2003): 141
[11] León (2003):. 141
[12] Carlos Goñi, Los Derechos Chilenos sobre la Antártica. Licenciado en Ciencias Jurídicas. Valparaíso, Universidad de Valparaíso, Facultad de Derecho. 1979. 148-50 De acuerdo a la información argentina, la prolongación a la que se hace mención (meridiano 74) incluye parte del sur de Chile americano
[13] Goñi: 154.
[14] Goñi: 156.
[15] Goñi: 159-160.
[16] Bianchi (Londres) a Canciller (Santiago). 5 de diciembre de 1946. Oficio Nº 2444/ 40. Misión Bianchi, N° 19, Vol. I. 2451. 1946.
[17] Departamento Diplomático, “Situación Alimenticia”, Londres, 18 de junio de 1945.
[18] Bianchi (Londres) a Canciller (Stgo), 20 de junio de 1945, Oficio Nº 142. Sección Confidencial Cables. V 2327 1945. MinRe.
[19] Oscar Pinochet de la Barra, La Antártica Chilena (Santiago: Ed. Andrés Bello, 1976):16
28 Pinochet de la Barra: 161
[21] Sesión del Congreso Pleno, Mensaje Presidencial de Don Gabriel González Videla miércoles 21 mayo 1947: 10.
[22] Ronny Cabello, Visión Histórico- Jurídica del Gobierno de Gabriel González Videla. Licenciado en Ciencias Jurídicas. Valparaíso, Universidad de Valparaíso, Facultad de Derecho. (1989). 84
[23] Fernando Durán mencionado por Cabello,. Pág. 188.
[24] Sesión del Congreso Pleno 21 de mayo de 1952. 13 p.
[25] Mensaje Presidencial de S. E. don Gabriel González Videla, 21 de mayo de 1948: 13- 14
[26] Sesión del Congreso Pleno, Mensaje Presidencial Don Gabriel González Videla. 21 de mayo de 1948.
[27] Op. Cit 190.
[28] Op. Cit 190.
Fragmento Tesis Pregrado
LA ANTÁRTICA CHILENA Y LA MISIÓN BIANCHI:
LONDRES 1947- 1952.
LONDRES 1947- 1952.
Autores:
CÉSAR ANDRÉS ESPINOZA O.
MARÍA DEL ROSARIO ORELLANA C.
2 comentarios:
HOLA CESAR... COMO VA LA PÁGINA.... CÓMO ESTÁS TU???
ESPERO QUE MUY BIEN...
SALUDOS AFECTUOSOS
ANNY
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